BRUSELAS, BÉLGICA.- Según la revista neoyorquina Art Democracy, un referente editorial en el arte contemporáneo, el argentino Martin Ron es uno de los mejores del mundo en el street art.
La revista, dirigida a la gente “informada de lo que es tendencia en su ciudad y en el mundo”, que “disfruta de viajar, verse bien y seguir la moda” (según se presenta la publicación en su versión en español), invitó a Martin Ron a pintar un autorretrato en el barrio de Floresta en Buenos Aires, el cual sirvió para ilustrar su portada del mes de enero de 2015.
Lejos de ese glamour, Martin Ron, un artista de 35 años originario del barrio de Caseros, en la provincia de Buenos Aires, imparte talleres de muralismo en la universidad de la municipalidad Tres de febrero y es director del programa de “embellecimiento urbano” de la misma demarcación.
Su gran capacidad pictórica le permite realizar tanto murales hiperrealistas, casi fotográficos, como obras profundamente surrealistas plenas de fantasía. Muro platicó con él en una hora imprevista y lo hizo llegar tarde a una cita. Lo sentimos, los cambios de horario entre Bélgica y Argentina confundieron al entrevistador. En todo caso, su paciencia jugó a favor de nuestros lectores.

Auterretrato de Martin Ron para la revista Art Democracy. Foto: cortesía de Martin Ron
–Tu trayectoria nos llama la atención. Por ejemplo, ahora eres profesor de muralismo e intervenciones urbanas en la Universidad de Tres de febrero…
MARTIN RON: Sí, pero antes, como contexto, te comento: vivo en un barrio que se llama Caseros, que está muy cerca de la capital Buenos Aires y donde casi no hay actividad artística. Es la periferia y en Argentina todo está concentrado en la capital federal. Hará unos diez años que me comencé a dedicar a la pintura. Elegir la calle para pintar y conocer y motivar a otros artistas para poder trabajar juntos con el respaldo del Estado, con el pequeño gobierno de Caseros, prácticamente significó una revolución visual para la localidad. Es muy interesante porque en paralelo el movimiento de street art se fue desarrollando en Buenos Aires y en Argentina, pero los porteños están más familiarizados con cualquier manifestación artística: hay una concentración de teatros y espectáculos culturales en la capital. Hace seis o siete años el street art representó una verdadera revolución. Fue así como la experiencia con el programa del gobierno de Caseros me llevó a un proyecto para dar clases, no solo porque yo lo quería, pues transmitir conocimientos es una herramienta de aprendizaje, sino también porque había una demanda de chicos y de otros artistas que querían ganar la calle o sólo compartir un buen momento y compartir la experiencia de pintar en la calle.
–¿Y cuánta gente asiste a tus clases y de qué edades?
MARTIN RON: Es un público muy heterogéneo. Vienen docentes de artes plásticas, artistas, algunos con mucha trayectoria que necesitan un poco de herramientas, un empujoncito para pasar por la experiencia de la calle. Por lo general trato que sean grupos de 25 personas para que se pueda trabajar de manera cómoda y en un espacio reducido. Esa es la cantidad para poder generar cierto vínculo entre nosotros y cierta amistad y así conocer a fondo quién es cada uno y cuál es su tema, sus inquietudes, qué es lo que quieren llegar a representar. Lo que hago es darles las herramientas para poder descubrir eso y salir a ganar la calle. Es un curso donde se enseñan técnicas, experiencias, armar grupos… en fin, despertar inquietudes y tratar de generar una imagen o un tema a desarrollar, como en cualquier clase de pintura, pero teniendo como soporte y espacio la calle…
–En tu respuesta a mi primera pregunta hiciste mención de tu trabajo en un programa del barrio de Caseros, que me parece que se llama Embellecimiento Urbano, y según la información que leí, la cual me sorprendió, ¿tú habías pintado 60 murales con ese programa?
MARTIN RON: Y pueden ser más… Pero la mitad de ellos, yo creo, no siguen en pie: unos están en ruinas y otros ya desaparecieron. El programa creció de forma muy humilde, nada pretensioso en que se dijera: ‘hay un proyecto para embellecer el barrio y entonces lanzamos una convocatoria a artistas’. No. Fue más bien: ‘qué bueno que haya un par de artistas que se quieran expresar en este barrio donde no pasa nada y que necesita pintura porque hay muchos paredones, muchas fabricas’. Ante la inquietud de pintar, obtuvimos el permiso del gobierno, que nos dio los recursos: al principio era sólo pintura, y cuando todo comenzó a tomar forma se convirtió en un sueldo. Los artistas reciben un reconocimiento económico por el trabajo que hacen, que es mucho, y por el beneficio que generan al barrio. Se trata igualmente de que haya una evolución en la obra, que genere y agite el entorno porque tampoco hay que olvidar eso: que es un espacio de encuentro y de intercambio de experiencias en torno al arte en la calle.

Mural de Martin Ron en Villa Urquiza, Buenos Aires. Foto: Cortesía de Martin Ron
–Ese programa es iniciativa del Consejo o gobierno municipal; éste lo financia, da los materiales. Platícame cómo fue que tú llegas a encabezar ese programa. Para comenzar: ¿fue idea tuya o ya existía como tal?
MARTIN RON: Esa iniciativa existía desde hace más de diez o quince años, pero no como programa, sino como una herramienta para hacer comunidad a través del arte. Recuerdo que en esa época participaba de forma espóradica en algún evento, algún festival para festejar un día tradicional, donde se acostumbraba que tocaran algunas bandas y algún artista pintaba en vivo. Eso evolucionó y se decoraba una que otra pared, pero seguía siendo un medio disperso. Cualquier funcionario llamaba un artista. En 2010 un funcionario amigo mío, Miguel Ríos, quien falleció en un accidente, me propuso la idea formal. Me dijo: ‘vemos que a vos te gusta pintar, ¿qué te parece si inauguramos esto juntos? Vos estarías más comprometido con tu arte’. Ellos sabían que a mí me movía el compromiso social. Me dijeron: ‘Vos y un par de colegas tuyos van embelleciendo el barrio y vemos qué pasa’. Y tuvo mucho éxito. Logramos que se votara una partida presupuestaria para realizar el programa y así se formalizó.
–¿Y cuántos murales han pintado en total con ese programa?
MARTIN RON: Hay que decir que el programa sigue. Acaban de cambiar las autoridades porque hubo elecciones a nivel nacional, pero el programa continuará. Mañana justamente tengo una reunión con ellas para presentar y armar el nuevo proyecto… Sobre el número de murales, yo creo que hay unos 300…
–¡¿300?!
MARTIN RON: Parecen muchos, pero no son tantos. Hay murales chicos; más de la mitad son de experimentación, por ejemplo en un esquina perdida de allá, en la periferia… En Argentina no hay una localidad, al menos de la provincia de Buenos Aires, que no tenga su programa, algún festival o alguna iniciativa para pintar murales. Está muy bien aceptado.
–Esta aparente aceptación argentina de todo lo que tiene que ver con street art está conectada con tu carrera desde chico. Cuentas que tu primer mural fue una calavera que pintaste en una pared de tu cuarto, y que luego tus amigos te pidieron hacer lo mismo en los suyos y sus padres lo habrían permitido…
MARTIN RON: (risas) Y ahí se fue enganchando todo. Ahí es donde te vas descubriendo. Nunca me dije de chico: ‘quiero dedicarme a pintar murales’. Hasta hace poco empecé a profesionalizarme y empecé a tomar ese camino. Fue siempre una vocación que acompaña, que va formándose sola al ir experimentando. Y tiene su lado lúdico, de ir a salir a pintar a la calle, un fin de semana o algún momento de tiempo libre. Con el paso de los años te das cuenta que una actividad de entretenimiento, de ratos libres, se convierte en una función de un sólo día porque no tienes tiempo de pintar: estás con muchas reuniones y proyectos relacionados con la pintura pero no sales a pintar a la calle. Es interesante.

Mural en el túnel de Caseros de Martin Ron en colaboración con THG (Bater, Tekas y Heis) y JIANT. Foto: Alejandra Leston
–Continúo: primero tu cuarto y luego los de tus amigos y después tu escuela te dio autorización para pintar sus paredes, y más tarde el consejo municipal de tu localidad participa en el desarrollo de tu trayectoria con el programa de embellecimiento urbano…¡Qué suerte! Parece que todo mundo ha aceptado tu trabajo…
MARTIN RON: Eso es seguro. En parte es suerte pero también mucho laburo (trabajo). No es tanta bendición. Uno también lo genera y lo propone. Siempre me ha gustado pintar en compañia, compartir espacio, aprender juntos… Mi manera de encarar la pintura en la calle no es combativa, en el sentido de hacer murales rebeldes. Para mí, pintar en sí implica rebeldía, ésta tiene que ver con el sólo hecho de querer salir a pintar, de hacer algo diferente, de pensar en uno y en el otro: ‘esto me gusta y lo puedo compartir en una profesión a la que me puedo dedicar porque hay mucha gente que me acompaña y está dejando resultados’. Eso es lo más interesante para mí. No estoy del lado de la rebeldía, de vandalizar o de ir en contra del sistema o arruinarlo; no, al revés: quiero ser un actor que puede modificar el entorno para que puedan aparecer estas políticas, esa aceptación de gente importante. Imagínate: el rector de mi colegio habría tenido mi edad en aquella época, y que haya contratado a un pendejo para pintar la institución ¡está buenísimo!
–(Risas) Ese fue un verdadero acto de rebeldía, pero del rector…
MARTIN RON: Claro, es una rebeldía que se contagia, y eso es lo más formativo. Eso es lo que no nos enseña mucho el sistema, no trata de desarrollar esa parte: todos debemos manejar una misma línea de pensamiento, en la misma dirección. Uno va creciendo con la idea de tener un currículum y que el día de mañana te acepten en un trabajo. Tengo que sacrificar mi esencia para ser alguien, para tener dinero, trabajar y darme un lujo el fin de semana, cuando lo puedo hacer ahora, y es pintar. Y eso se aplica a todo: al futbol, a la danza, al teatro…
–Hablando ya sobre tu estilo, el portal Buenos Aires Street Art dice que tu trabajo se caracteriza “por su impacto visual y su gran escala usando la técnica del hiperrealismo”, que combinas “con elementos de fantasía para crear composiciones únicas en muros y edificios”. ¿Porqué elegiste el hiperrealismo? ¿Qué te atrajo a él?
MARTIN RON: Siempre pinté basado en fotografías. Mi conexión con la pintura tuvo que ver con explorar el color y las formas a través de la foto. Te puedo decir que pinto más que dibujar. Y uso eso eso también en el collage. Tomar dos fotos y combinarlas en una imagen nueva siempre me gustó. En mis primeras experiencias con los murales hacía lo mismo: usaba recortes de fotos y trataba de replicarlas en la pared y trabajar en gran escala. Hoy eso se ve bastante. Previamente tuve experiencias pintando cuadros con reproducciones de clásicos; me gustaba mucho el óleo. Fui evolucionando y lo llevé a proyectos más grandes. Me gusta el impacto que genera la imagen forográfica y el proceso: trabajar con los colores, los pasajes sutiles de los mismos, la forma académica de pintar basado en modelos que uno retrata y que por lo general son amigos, y vas así, apegado a la fantasía, a la ironía, al humor, a la crítica de vez en cuando. Son en general composiciones de gran impacto que unos lo buscan así, pero yo trato que sea algo amigable con el entorno. La gente dice ‘mira eso, es una cosa gigante que parece sobresalir de la pared’, como mi mural de la tortuga. Me gustan esos efectos. Pero como toda carrera, uno se va distanciando y ahora estoy en otras búsquedas de estilo…

Retrato de Carlos Tévez. Mural de Martin Ron.
–Precisamente, una muestra muy bien lograda de tu estilo son los retratos de futbolistas que has hecho y que han ganado mucha popularidad…
MARTIN RON: El barrio donde vivo está muy cerca de donde nació y se crió Carlos Tévez, Fuerte Apache, que es un barrio marginal. Se puede decir que es un vecino de Caseros. En el marco del mundial surgió la posibilidad de pintar un mural en su homenaje. No se trataba de hacer un mural de un jugador así nada más, sino de regalarle algo que lo hiciera sonreir; mostrarlo como un grande, un ícono de la superación, del éxito de ese barrio humilde y motivar a los chicos a desarrollarse ellos mismos. Y se dio la posibilidad de pintar el mural en el mismo edificio en el que él nació. Llamé a dos colegas con los que tenía buena onda y entre los tres lo realizamos. Como fue divertido y generó un buen resultado, surgió la oportunidad de repetirlo con la misma temática.
El entrevistado señala que después pintó un mural de Diego Armando Maradona y otro del famoso escritor Ernesto Sabato, un poblador de Caseros y quien acababa de morir. Ese retrato gigante lo realizó a petición de los vecinos en un paredón de la casa en que vivió y como conmemoración de los 100 años de su natalicio.
MARTIN RON: Esa serie de retratos tuvo su momento y ya está. Fue mediático y estuvo bueno, pero ahí quedó. No es que uno se dedique a homenajear personalidades. Podríamos retomar la idea con una figura importante siempre y cuando se acompañe de una historia y que lo necesite el entorno.

Mural de Martin Ron. Foto: BA Street Art
–Paso a otra cosa. Me llama la atención que también destaques por tus obras en la técnica pictórica conocida por su nombre francés trompe-l’oeil, una técnica que provoca una ilusión óptica, una tercera dimensión, digamos, y que igual la han utilizado pintores hiperrealistas y surrealistas como Dalí o Magritte. Tienes un mural donde una mujer, que representa a tu pareja en la vida real, está subiendo unos escalones y trata de alcanzar con la mano un extraño cubo…
MARTIN RON: Es el concepto de la búsqueda, y persigue más un resultado. Se trata de que la gente juegue con el significado de la obra, y luego hay una lectura más sutil: la composición, el mensaje, cómo está pintado, etcétera. Por eso disfruto mucho manejar esta técnica. Abrir ventanas y crear esas situaciones surrealistas que conviven con el espacio está buenísimo desde el punto de vista lúdico… Pinto con esta técnica desde hace unos cinco años y, de hecho, en la mayoría de mis murales inserto un recurso que los convierte en algo peculiar, como por ejemplo que parezca que no está pintado…
–¿Estás experimentando en este momento con algo diferente para tí?
MARTIN RON: Estoy haciendo menos calle y más taller. Ahora estoy preparando una muestra y bajó mi ansiedad de salir a pintar a la calle. Estoy experimentando soportes; reinventándome desde la búsqueda de nuevos materiales, nuevas formas de abordar la pintura. Como a todo artista le pasa necesito otra adrenalina: la experimentación. Uno va a morir pintando, pero la pintura te permite esa acción lúdica que es experimentar. Tenemos que hacernos a un lado de la línea y respirar aire para luego volver. Estoy haciendo más investigación puertas adentro.
–Tú afirmas algo que habla mucho de tu personalidad artística: “El mural no te dice qué decir o qué hacer; la publicidad es imperativa: te dice qué comprar o hacer. Todo el tiempo estás compitiendo con esa contaminación visual” (Buenos Aires Street Art). ¿Podrías abundar en esa aseveración?
MARTIN RON: La calle está diseñada para que vos te muevas en espacios reducidos. En los lugares de tránsito predominan todos los mensajes: campañas publicitarias o políticas que te dicen qué debes hacer, no lo que puedes tomar y reflexionar. Los lugares de encuentro para eso son el cine, cuando vas a un concierto, una galería de arte, cuando te sientas en un café y hablas con amigos. Pero en la soledad y en el tránsito, cuando uno camina, no te queda más que percibir. Por eso está bien ponerse los auriculares, la música en la calle, hablar con los vecinos en el tren o en el supermercado. Dialogamos con el entorno, y no quiero que alguien me digan cómo me debo de vestir o lo que no me debe gustar. Entonces los murales compiten visualmente con las publicidades, pero su propuesta es otra para el que cruza la calle: es una invitación a contemplar, a criticar, a hacer el ejercicio de pensar, a preguntarse: ‘¿qué me quiso decir esa obra?’, o ‘¿por qué hay un tipo que está utilizando la calle para pintar?’. Esto último ya es normal ahora, pero en otra época no lo era…
–¿Y qué piensas de la publicidad que está integrando al street art? Empresas que para su publicidad contratan un artista urbano…
MARTIN RON: Eso es un recurso para el artista. Es como cuando uno se pone rebelde, entonces como estoy contra el sistema me visto diferente, pero esa ropa que te pones está relacionada de una manera con ese mismo sistema. O comer alimentos orgánicos o consumir productos que no degraden el planeta, que pero el sistema también se adaptó para vendértelos. No puedes escapar. Pero sí puedes contribuir contra la opresión, puedes ayudar a modificar que quienes toman decisiones les cambie la cabeza y contraten artistas y se hagan cosas en el espacio público, que la sociedad lo empiece a aceptar y que a la vecina de la vuelta le comience a gustar cómo pintan, porque hace unos años se pensaba que los jóvenes se juntaban a drogarse y hacer disturbios.
Prosigue Martin Ron:
“Estoy de acuerdo en que empresas y gobiernos financien arte siempre y cuando haya una coherencia también y que tú estés de acuerdo con la forma de pensar de quien te contrata. No vas a pintar para alguien que está haciendo un daño. Pero está bien que haya esas opciones. Es lo que permite también el desarrollo personal de cada artista. Los grandes artistas son eso, pero no por la genialidad con la que se nace, no, es por el trabajo. Uno debe tener cierta facilidad o inquietud, pero también cierto financiamiento. Si uno tiene la capacidad y la facilidad de pintar, pero no tiene los recursos para comprarse una escalera o alquilar una grúa, no te podrás desarrollar. Puedes ser muy buen jugador de futbol, pero hasta que no estés en primera división no recibirás el entrenamiento intensivo. Creo que es muy buena esa política de gente que financia artistas para que se puedan desarrollar. Eso genera otro sistema, el que está con las galerías, las cuales se llevan una comisión y, como todo, empieza un negocio, pero también es positivo porque nutre el arte urbano.

Obra de Martin Ron en Werchter, Bélgica. 2014. Foto: Cortesía de Martin Ron
–Y parte de este circuito de “ligas mayores” del arte son algunas revistas. Tú acabas de ser considerado por una de las publicaciones más conocidas de arte contemporáneo, Art Democracy, como uno de los 10 mejores artistas urbanos de la actualidad, uno de “primera división”, pues. ¿Eso ayuda a tu reputación de artista?
MARTIN RON: Ese es un asunto interesante. Uno no persigue la reputación, (pero) la reputación ayuda a que aparezcan esos “ángeles” que ven en tu trabajo algo positivo, bueno, que se puede seguir desarrollando. A mi lo que más me maravilla es todo lo que genera la obra una vez terminada. Yo no termino una y ya estoy empezando otra u otras al mismo tiempo, y no estoy pensando qué pasara con esa primera. Pasa un mes y me llaman porque vieron esa obra y quieren hacer una nota y yo le doy la entrevista que quiere. Eso es lo que genera una obra en la cabeza de los demás.
–Mi última pregunta tiene que ver con algo que manifestaste en una entrevista con el diario El Clarín de tu país: “En Europa hay gente entendida y un sistema que valora al arte en el espacio público. Gobierno y fundaciones invitan a artistas con todo pagado para poner en valor tanto edificios como barrios con los murales”. Te gusta el sistema europeo respecto al street art…
No es porque sea Europa, es por la experiencia, no es un juicio que diga: ‘funciona mejor en Europa’. En Argentina se está desarrollando más el sistema. En Europa ya existe un sistema establecido donde gobiernos y festivales se organizan dentro de ese marco. Existen muchos festivales informales, pero sorprende la cantidad de formales que hay, donde los artistas entran en un circuito de arte interesante, que va acompañado de galerías y también de un público que compra.
–Mi pregunta está más bien enfocada a que ese mercado europeo parece muy inflado, es casi imposible para un ciudadano normal europeo poder comprar obra de arte urbano, mientras que en Latinoamérica es más accesible. ¿Estás de acuerdo con mi impresión? ¿Qué piensas de esta situación?
MARTIN RON: Es como todo nuevo emprendimiento, como todo nuevo circuito: es una ley económica básica de que a medida que creces es más fuerte la demanda. En el caso de Argentina cuando uno tiene cierto nivel de desarrollo se puede entrar a un circuito, más informal o no. Entra a uno donde hay galerías, proyectos de artistas, y despúes se vende obra y hay quienes lo llevan a niveles mayores cerrando contratos o manejarse con representantes. Eso tiene que ver para mí con una evolución. Si eres artista y firmas con una galería y sigues ahí porque te aporta cierto prestigio, cierta venta, cierto lugar de pertenencia, es muy grave que esa obra ya no sea tan accesible como antes. Entonces se entra a otro mercado, empieza a tasarse la obra. Ves artistas que fueron creciendo y ya están en un circuito muy arriba. Pero no se aislan de donde salieron y participan en el circuito. Eso me parece muy bueno. Y eso pasa en todos los ámbitos.
Texto: Appel
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