AQUÍ ENCUENTRAS LA PRIMERA PARTE
–¿De dónde provienen tus personajes, esas figuras delgadísimas y tan estilizadas?
MART: Cuando decidí ya no hacer graffiti, me pregunté cómo quería pintar. Me di cuenta que el modelo vivo que uno ve siempre es uno mismo, y yo soy flaco y alto, y me muevo así (imita un títere). Empecé entonces a buscar una forma donde yo me sintiera natural y libre, y que ayudara a pintar mucho. No me frené en la perfección que se busca en la pintura realista, para eso está la fotografía. Dibujé lo que tenía adentro, no me forcé a dibujar una cara de tal forma simplemente porque debe ser así. Me siento bien haciendo mis personajes, ya que sabía que los haría por mucho tiempo. No quería hacer algo rígido o que me causara un peso hacer.

Una situación habitual. Mart y su mural en el Bicycle Film Festival de Moscú, Rusia, el 31 de julio de 2014. Foto: Kirill Kouznetsov.
–Entonces esos personajes son la representación de tí mismo…
MART: De cierta forma. No los hago con intención: Mart anda en bici, Mart ahora está volando…no. Tampoco los hago con una vida: éste se llama Aurelito, éste Josesito. Es un dibujo y más bien trato de armar una narrativa del personaje en sí.
–¿Y esa obsesión por la bicicleta…?
MART: Eso surgió hace algunos años por casualidad. Estaba en una muestra que tuvo lugar en un sitio abandonado que había sido un hogar de niños. Sin querer hice dos círculos gigantes en la pared y descubrí que era una bicicleta y que ese objeto tenía mucha relación con mi infancia y con los niños. Surgió ahí. Y esa pintura salió publicada en portadas de diarios y tuvo mucha repercusión. ‘Mira qué loco, me dije, qué interesante’. Y lo empecé a hacer. Me pareció que estéticamente quedaba muy bien y también como composición sobre una pared. Termina siendo un poco cuadrado, la bici y el personaje juntos. Pero llegó un momento que dije: ‘ok, gusta mucho, es el camino fácil, lo voy a dejar de hacer, vamos a hacer otra cosa’. No quiero ser el de las bicis.
–¿Y ahora qué estás explorando?
MART: Estoy explorando lo cotidiano. Pinto mucho, por ejemplo, una botella y dos vasos. Pero por lo que eso implica. Cuántas ideas y cuántas charlas podemos crear en un encuentro con un amigo tomando un vino. A mí me ha pasado muchísimas veces. Hasta sentirme una mejor persona por esa charla, por ese simple hecho de compartir una bebida. Estoy trabajando esa parte. Lo que me gusta de los objetos es que los puedes reconocer rápido, pero si tienes ganas de investigar a dónde voy, tienes que ver lo que ese objeto conlleva alrededor y lo que a cada uno le puede significar esa charla, ese vino.
“También me comencé a preguntar mucho porqué pinto. No estudié, pero dibujo desde muy pequeño. Empecé a tratar de deducir de dónde salió esta vocación, y me di cuenta que mi madre siempre hacía arreglos florales en la casa. Cortaba pedacitos de todas las plantas y las ponía en un vaso grande con agua. Iba creando diferentes cosas. Siempre había belleza, delicadeza, siempre ponía algún mantel, siempre con mucha influencia de México porque tenemos una tía abuela que vive allá, y siempre traía manteles con unos colores bien interesantes, o bordados. Viajabamos por Argentina y llevábamos vasijitas, cosas con arcilla (barro). En mi casa había objetos muy particulares que a mí me llamaban mucho la atención y con los que jugaba: agarraba una vasijita con tapa y le ponía cositas adentro. A mí eso me nutrió muchísimo. Hoy me veo seducido por esos objetos, cuando veo una tetera, cerámica, un bordado, la artesanía del pueblo, y pienso lo que una persona pasó de su tiempo para hacerla”.
–Los colores suaves son muy particulares de tu estilo, ¿la exploración actual incluye a los colores?
MART: Los colores te acompañan según tu estado. Estoy en una edad de cuestionamientos y en los colores pasa lo mismo. Hay colores que, quiera o no, están ahí; aparecen el amarillo, el turquesa, el rosa muy tenue, el blanco. Son colores que , en cierta forma, elegí para contrarrestar el malestar en la calle.Todas las semanas recibo correos de personas que no conozco y que me agradecen las pinturas que hago. En ese momento siento que mi objetivo está cumplido. Mi intención es crear un lapsus, un micromomento de calma y de belleza; que te abstraigas de tu cotidianidad. Eso lo da el color, es el primer shock. Si tienes el ojo más afinado, te meterás en la línea y, si lo tienes más entrenado, verás la narrativa. Trato de jugar con esas etapas del mural. Es arte público, es una responsabilidad muy grande que no puedo eludir.
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