Algunos dicen que se sabe muy poco de él, pero el artista y diseñador Isaac Malakkai es una pieza fundamental de la escena del street art en España. Nació en Almería, se afincó en Barcelona, pero con el tiempo se convirtió en un artista nómada en Europa.
“Aunque la escena ya se masificó a nivel internacional, nadie es indispensable, como en todo. Eso sí, hay talentos insustituibles en este rollo que se reconocen con tan sólo mirarlos”, comenta el creador a Muro en videoconferencia desde Copenhague, donde actualmente reside.

Mural de Malakkai y Dulk en Copenhague, Dinamarca.
A nivel gráfico, siempre intenta “deformar todo”: cabezas desproporcionadas, brazos y piernas contorsionados y alargados, rostros fríos pero ruborizados. Pero sin duda alguna los trazos de cabello y bello facial son únicos por los grandes detalles que dejan ver.
En cuanto a la profundidad de su discurso, señala: “todas mis piezas en solitario tienen un historia atrás, momentos de mi vida. Por lo general pinto cosas melancólicas, principalmente los rostros, pero en la vida también hay felicidad”.

Mural de malakkai en Ciudad Juárez, México. Foto: El Diario/Jorge Cuevas.
Malakkai comenzó su trayectoria en 2000. Daniel Covax, un amigo de su ciudad natal, fue quien lo “llevó por esta vía de mucha tinta”. Cuenta que, durante ese tiempo, aún se vivía un contexto muy marcado del rap y el grafiti en España. Pero confiesa: “Inicié con cosas de diseño, principalmente de ilustración, que plasmé sobre los muros en un futuro”.
Narra que “la primer cosa” que pintó fue gracias a Covax. “Un día lo encontré en la calle y le conté: ‘Ostia, quiero pintar, me encanta pintar’. El tío de mala manera me respondió: ‘Si quieres pintar vete al río y aprende como todo el mundo’. Al final me recomendó un sitio, compré pintura e hice la peor mierda de la historia”, relata.

Mural de Malakkai y Coma en Almería, España.
Explica que por imposición de su padre estudió una carrera “para tener un título en la mano”. Dedicó parte de su formación a la ingeniería técnica en telecomunicaciones. Un par de años después se mudó a la Escuela de Artes de Almería para aprender más sobre las técnicas de pintura y diseño.
“Me di cuenta que eso de los números no me gustaba, y lo dejé. Mis procesos siempre eran más creativos, siempre me gustó dibujar. Después estudié sobre lo que me gusta en la escuela de artes, fue ahí donde conseguí un título. Aun así lo mío era pintar en las calles”, comentó.

Mural de Malakkai en Figueras, España.
Su trabajo de ilustración con el destacado fotógrafo Brazo de Hierro en Barcelona fue lo que lo impulso en la escena del street art en 2005. A partir de ese momento le llegaron varias ofertas para participar en distintos festivales de España, como los de Girona y Canarias.
La madurez de sus trazos lo llevaron al flamante crew OGT, compuesto por Belin, Danjer, Rabodiga, Diam, Otes, Mankey, Sueworks, Myrhwan, Chikita y Rjack. También ha colaborado con destacados artistas visuales, como Mario Mankey, y fundó con Brazo de Hierro el proyecto de grafiti y música Tiny Coffee Table en 2010.
Actualmente sus obras se pueden ver sobre las calles de otras ciudades europeas como Copenhague, Dinamarca —donde trabajó con Emilio Cerezo y Laguna—; Nuremberg, Alemania —con Erase y Arsek—; Lyon, Francia; Nápoles, Italia y Ámsterdam, Holanda, entre otras.
Este repunte lo llevó en 2014 a Ciudad Juárez, una urbe del estado de Chihuahua, en el norte de México, para pintar en el certamen Color Walk. Ahí realizó “el muro más grande que he pintado en mi vida (14 metros de alto por 40 de largo)”, con el artista mexicano Arturo Damasco, con quien colaboró en Copenhague, además de realizar otros murales en solitario.
En este festival también participaron los mexicanos Spaik, Werc —quien actualmente radica en Nueva York—, los argentinos Mariela Ajras y Franco Fasoli, entre otros artistas.

Mural de Malakkai en Ciudad Juárez. Foto: El Diario/Jorge Cuevas
“Estas colaboraciones fueron un cambio de chip para mí porque conocí a artistas de otros países. Eso me enseñó a hacer muchos contactos, pero principalmente a perfeccionar mis técnicas gracias a los colegas que estaban a mi lado”, enfatiza.
Considera que los muros en las calles, el diseño en los estudios y los cuadros en las galerías “al final se convierten en plataformas distintas para demostrar su forma de crear, de pensar o sentir. Pese a que cada una tiene una profundidad distinta, su intención es la misma: demostrar quién eres”.
Texto y entrevista: Daniel Von G.
Editó: Appel
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