Composiciones con mucho colorido y onda tropical, donde aparecen personajes femeninos de fisonomía latina, mujeres sensuales y seguras de sí mismas, es lo que propone como su sello la artista mexicana Eva Bracamontes.
A sus 25 años –y poco más de cuatro de haber empezado a pintar en gran formato en la calle– ha realizado murales en distintas ciudades que ya se incluyen entre los favoritos del mundo en algunas selecciones de 2017, como el listado de 10 mejores artistas de All City Canvas y la selección de lo mejor del 2017 de I support Street Art.
Eva nació en Veracruz (1992) y reside en la Ciudad de México. Sus padres son arqueólogos y desde pequeña los viajes por México y a otros países han sido un aspecto que ha marcado su vida. “Al estar viajando, mis papás me inculcaron ese amor por mi país, por las tradiciones, la cultura, la raíz. ¿Por qué tomar otra cosa cuando es tan maravillosa nuestra cultura? Y creo que a nivel gráfico se puede explotar bastante”, dice la artista.
Entre todos los conceptos que rodean al movimiento de arte callejero, a Eva le gusta describirse como “ilustradora en las calles”, y confiesa que se siente tímida aún para considerarse muralista, por el peso histórico que tuvo el movimiento artístico del siglo pasado y las diferencias en técnicas y objetivos. Eva estudió diseño y comunicación visual en la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se especializó en ilustración. Posteriormente estudió una maestría enfocada al tema de intervención en el entorno.
“Fue un proceso de investigación que me resultó importante considerarlo porque estaba haciendo un trabajo de campo, estaba interviniendo en el espacio público. Al inicio, veía el grafiti muy diferente a como lo pienso ahora. Era salir y pintar y ya. Ese ego personal. Pero me fui dando cuenta de que hay un proceso, una investigación de campo, un análisis del espacio. No es como estar encerrado en tu casa pintando un cuadro, porque afuera te encuentras con gente de todo tipo, con culturas diferentes. Esas cosas me han hecho reflexionar sobre dónde estoy parada y por qué lo estoy haciendo y para qué.”
En los proyectos y festivales donde ha participado (Ciudad Mural de Colectivo Tomate, Festival Inspire en Canadá o el festival Nosotras estamos en la calle de Perú), ha dedicado buena parte del tiempo de su proceso a estudiar el entorno, las personas y las situaciones en donde pinta. “Me gusta generar vínculos. Más que trabajar en proyectos sociales, he aprendido a vincularme con las personas. Pretendo hacerlas partícipes de mi trabajo, que se sientan parte del muro y se apropien de él.” Y reflexiona: “Tampoco es que nos la juguemos como Superman, y querer cambiar el mundo con el arte, pero sí creo que se pueden mejorar esos espacios”.
En sus obras suele pintar mujeres de rasgos mayormente latinos, o que se identifiquen con la población en la que pinte. Los personajes suelen delinearse con siluetas voluptuosas. Las chicas de sus murales se presentan y toman la calle con actitud coqueta, seguras de sí mismas, orgullosas de su físico y sin miedo a que las miren. “Quiero mostrar esa sensualidad en la mujer, pero no estereotipos; son chicas muy seguras”, explica Eva.
“Empecé a pintar esa cuestión femenina porque soy mujer. Porque te levantas, te miras en el espejo, te observas, te analizas. Pero también te das cuenta en dónde estás ubicado en tiempo, en espacio. Como mujer, ¿cómo me enfrento a esa situación? Cuando llegas a una comunidad te das cuenta de las problemáticas que tienen las chicas. No nada más las mujeres adolescentes, sino también mamás, niñas, abuelitas”. Y agrega: “En cada ciudad que he ido, me he encontrado con problemáticas de género. Y me pareció importante decirle a una mujer: ¡empodérate!”.
Sus obras proponen escenas de mucho color, con elementos de naturaleza y referencias a la cultura local. Eva comenta: “¿Por qué seguir mostrando una parte dura, cuando de por sí todos los días vemos noticias de sangre, de muerte, de cuestiones dolorosas, a nivel nacional y mundial? Si sigo haciendo más grande, en cuestión gráfica, esa situación, lo único que hago es dar más basura. Tengo que pintar una gráfica más colorida, que cuando la veas por lo menos te alegre un rato, te empodere a ti como mujer, que veas que eres poderosa, que puedes hacer cosas”.
Con esa misma seguridad que derrocha su trabajo, la artista ha ido conquistando espacios y paredes por el mundo. En 2017 participó en un Encuentro Internacional de Muralismo y Arte Público en Sudáfrica, un lugar que soñaba visitar. La experiencia, sin embargo, no fue del todo fácil. La ciudad de Limpopo en donde se encontraba vivió una serie de protestas y cierre de caminos mientras intentaban llevar a cabo el evento de arte urbano.
“Estábamos encerrados ahí, en un área pequeñita, diez artistas latinoamericanos esperando a ver qué pasaba, sin noticias, sin internet. Me tocó pintar ese muro, pintando como podía”, cuenta. Luego de terminar su mural, consiguió ayuda de la embajada mexicana para salir y viajar a otras ciudades de Sudáfrica.
Sobre ese viaje por el continente africano, Eva compartió en su cuenta de Instagram: “Al final mi trabajo me lleva a sitios maravillosos. He pasado tres meses muy duros en donde por instantes mis piernas y mi corazón flaquean y luego estoy ahí diciendo: ‘nada me puede detener, quiero seguir con la misma energía que ayer’. Luego estoy ahí frente a un muro con una lata y un montón de colores, olvido todo y me dejo llevar entre la frescura del aire, las personas y la sensación perfecta de cuando pintas”.
Entrevista y texto: Cynthia Arvide (autora del libro MUROS SOMOS: LOS NUEVOS MURALISTAS MEXICANOS, publicado por la Editorial La Cifra en 2017)
Editó: Appel
*Entrevista realizada en exclusiva para Muro: street art más allá de lo visual en colaboración con Muros Somos.
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