Recientemente, las autoridades de algunos estados mexicanos han emprendido acciones para eliminar murales simbólicos creados por reconocidos artistas urbanos. Se trata de obras con sentido crítico y social, con mensajes políticos que parecen estar disgustando a infames personajes del poder local. Hace apenas unos días nos enteramos a través del reconocido caligrafista mexicano, Said Dokins, que un mural en que participó, dedicado al joven de 18 años Ricardo Cadena Becerra, asesinado por el subdirector de la policía de la ciudad de Puebla quien le disparó en la nuca “por estar haciendo un grafiti” (lo cual resultó falso), estaba siendo borrado. El día de hoy ya debe haber desaparecido. Daniel Von G., reportero de Muro, escribe sobre el caso de otra ciudad capital, Oaxaca, donde también el gobierno local está recubriendo varios muros que le incomodaban, aplicando esta vez con una extraordinaria disciplina los reglamentos urbanísticos. El estado y la ciudad de Puebla están gobernados por el Partido Acción Nacional (PAN, derecha); el estado de Oaxaca está gobernado por una coalición del PAN con partidos de “izquierda”: el Partido de la Revolución Democrática, Convergencia y Partido del Trabajo, mientras que en la capital Oaxaca existe un gobierno conformado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Verde. Casi no hay partido que se salve de esos actos de censura al street art.

Mural dedicado al joven Ricardo Cadena, asesinado por un mando policiaco en Puebla, México. En la fotografía al momento de comenzar a ser borrado. Foto: Cortesía de Said Dokins.
CIUDAD DE MÉXICO.- El street art es víctima de la censura en el estado de Oaxaca. Específicamente en la capital, Oaxaca de Juárez, donde las autoridades han tomado severas medidas contra cualquier forma de expresión gráfica. Sus argumentos son sencillos: “el tema o los colores (de las obras) no van con las normas e identidad del centro histórico”.
Muro ha expuesto los casos de censura contra los colectivos oaxaqueños Lapiztola (VER PRIMERA PARTE DE NUESTRA ENTREVISTA) y Chiquitraca (VER NUESTRA ENTREVISTA).
El debate se reavivó cuando trabajadores de la galería y casa de degustación de mezcal Piedra Lumbre, ubicado en las calles Tinoco y Palacios 602, borraron el pasado 28 de enero el mural El mezcalero, del colectivo estencilero bajo presiones del edil priísta Javier Villacaña Jiménez, que a ello condicionó su reapertura.
La pieza, elaborada a partir de una intervención de una placa del fotógrafo Fernando Arce, consistía en el retrato de un maestro mezcalero que portaba un gran sombrero de milpa sobre el que cargaba a dos hombres y un agave para recrear la producción del destilado.
Su objetivo fue dar identidad a los productores de esa bebida, pues finalmente son quienes están detrás de su producción y de su posicionamiento a nivel internacional, pues vive un auge entre los jóvenes. La obra artística incluía el trabajo expuesto en Londres meses antes de ser suprimido.
“En la capital existe una doble moral: por un lado se permite instalar obras en la vía pública y la apertura de ruidosos bares, mientras que, por otro, creaciones como los murales son prohibidas y hasta perseguidas. Todo depende de si es redituable en términos económicos para las autoridades”, afirman los diseñadores gráficos Rosario Martínez y Roberto Vega, integrantes de Lapiztola.
Vega acusa: “Muchos artistas o colectivos son censurados, como Chiquitraca o Tlacolulokos, pues el gobierno quita sus obras con el argumento de que el tema o los colores no van con las normas e identidad del centro histórico, cuando en sus obras siempre se habla de artesanos o culturas locales.
“Son arbitrarias las decisiones que ha tomado el gobierno respecto al arte contemporáneo en la capital. El pintor cuicateco Fernando Andriacci ha donado obras al municipio y montó piezas de metal en el centro histórico y el andador turístico, aunque no vayan con el entorno histórico de la ciudad. En concreto: no dicen nada respecto a lo que es Oaxaca”, critica Martínez.
Agrega: “No tengo nada en contra de Andriacci, cada quien tiene cosmovisiones y técnicas muy independientes o personales a la hora de crear o exponer. El problema son las ambigüedades del gobierno, que por ejemplo puso como condición a los dueños de la galería borrar el mural para poder reabrir. Las autoridades venden una idea muy errónea y conservadora sobre lo que realmente es el pueblo de Oaxaca al desconocer su cultura.
“Partiendo de éso, me pregunto: ¿Por qué a nosotros nos censuran constantemente y a otros artistas les dan permiso, y hasta contratos, para pintar en las calles de la ciudad a pesar de que cumplimos el perfil o características que buscan las autoridades? Desde mi perspectiva, no existe una apertura plural, sólo inequidad y discriminación que deriva en una persecución a ciertos movimientos”, remata.

El Mezcalero. Mural del colectivo Lapiztola eliminado en la ciudad de Oaxaca por presiones del gobierno local.
Un día después de la eliminación de la obra, Villacaña aclaró en una carta dirigida al diario La Jornada que no existe ningún hecho de censura, e hizo una invitación “a los diferentes colectivos y grupos de la comunidad artística a acercarse al ayuntamiento para establecer lazos que permitan seguir difundiendo sus creaciones, pero respetando las normas que rigen estas actividades en el centro histórico”. (VER NOTA SOBRE LA CARTA)
Arce, propietario del inmueble, aseguró al mismo periódico: “Yo también formo parte de la familia de artistas urbanos de nuestra ciudad de Oaxaca y pronto iniciaré un nuevo proyecto, por lo que decidí la remodelación del espacio”.
Lapiztola aclara que no han reaccionado con alguna obra porque no desean afectar a las personas que brinden sus muros para ser intervenidos. La razón: también serían sancionados económicamente por no solicitar permiso al gobierno.
“No queremos que se elimine ningún mural más en Oaxaca ni en México. Nuestro país siempre se ha caracterizado a escala internacional por su cultura, principalmente por sus muralistas”, expresa la diseñadora.
Anteriormente los estencileros ya habían sido censurados en octubre del año pasado bajo los mismos argumentos. La autoridades eliminaron el mural Sembremos sueños y cosechemos esperanzas, instalado en el museo Belber Jiménez y que rendía homenaje a la defensora local de derechos humanos Alberta Bety Cariño, quien fue asesinada por paramilitares, presumiblemente vinculados al PRI, el 27 de abril de 2010 mientras participaban en una caravana de ayuda a la gente de San Juan Copala, sitiada por ese grupo armado.

Mural de Lapiztola dedicado a la activista oaxaqueña Bety Cariño, asesinada por paramilitares ligados al PRI en 2010. Fue eliminado por las autoridades priistas que gobiernan la ciudad capital cen coalición con el Partido Verde.
Reformado a inicios del año, el artículo 388 del Código Penal establece que si el daño se comete sobre lienzos, pinturas, murales o cualquier material de difícil o imposible reparación; así como bienes o monumentos considerados con un valor cultural, histórico, arquitectónico o científico, se sancionará a la persona responsable además con una multa de cincuenta a quinientos días de salario mínimo vigente o pena privativa de libertad de dos años a seis años.
En caso de reincidencia la pena se incrementará hasta un cincuenta por ciento de la primera multa. Cuando el daño se cometa en bienes de dominio privado, este delito se perseguirá de oficio.
La enmienda, propuesta por la legisladora panista Alejandra Morlan fue avalada por la Comisión Permanente de Administración de Justicia del Congreso Local y aprobada por el Pleno Legislativo.
Originalmente el Código Penal para el Estado Libre y Soberano de Oaxaca era menos estricto con los grafiteros (aunque seguía siendo muy conservador en la materia). Esa ley contemplaba las “pintas” como delito de daños, lo cual especificaba sanciones a las inscripciones, dibujos, manchas, signos, símbolos, códigos, mensajes o figuras que alteren o modifiquen la forma original del bien mueble o inmueble de dominio público o privado, sin consentimiento del propietario o del representante legal, acciones que conllevaba además de la reparación del daño, una multa de treinta a trescientos días de salario mínimo vigente o prisión de seis meses a tres años.

Mural de Chiquitraca.
A pocos metros de El mezcalero se encontraba un retrato realizado por el colectivo istmeño Chiquitraca que también fue censurado. El trabajo no contaba con algún título, pero estaba dedicado a una mujer tejedora de tapetes y la enmarcaban varios alebrijes.
Gotha, uno de los fundadores del movimiento, cuenta que previo a la creación del mural se realizaron varias y extenuantes juntas para contar detalles sobre la pieza, con la finalidad de obtener los permisos. Sin embargo, la agrupación sabía que estaba expuesta a que su obra fuera censurada a pesar de tener la autorización de los dueños de la fachada y contar con todos los requerimientos solicitados por el gobierno.
Los organizadores del mural advirtieron al colectivo que la autoridades locales de todas formas suprimiría la obra con el mismo argumento que usó para censurar a Lapiztola aun teniendo los permisos correspondientes, pero decidieron continuar con el proyecto original.
“Ya sabíamos –narra el entrevistado– de los riesgos, pero aun así se siente regacho (muy feo) ser censurado. Nos encontrábamos en el Istmo (una región del estado) cuando nos enteramos. Sinceramente nos queda muy lejos (Oaxaca de) Juárez, a unas seis horas. No pudimos hacer mucho, mas que hablar con algunos colegas para que nos contarán lo que había pasado”.
El artista apunta que, con la ctualización de la ley de pintas, se ampliaron las zonas donde las autoridades pueden suprimir las obras. En su momento las calles de Tinoco y Palacios no se contemplaban en el perímetro resguardado, por lo que el mural duró unos seis meses.
Ambas agrupaciones aseguran que tienen el respaldo de la población, principalmente en redes sociales, para conservar sus trabajos en las calles, y que muchas personas visitan los lugares intervenidos aunque las obras hayan sido borradas.
Muro intentó contactar a Tlacolulokos, otra agrupación de arte urbano también censurada por el gobierno municipal de Juárez, pero no hubo respuesta a nuestra solicitud de entrevista.
Texto: Daniel von G.
Editó: Appel

Mural de Tlacolulokos.
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