Senkoe es un artista mexicano afincado en el sur del país. Hace más de una década que pinta en espacios públicos y hace más de tres años que está dedicado de lleno a su actividad artística. Según el sitio myblablart, el trabajo de Senkoe está inspirado en los “símbolos de su niñez y en recuerdos de su inconsciente”, y agrega: “crea un universo ficticio donde los personajes antropomorfos dirigen un mundo en el que reinan el color y los seres fantásticos”.
Pero esa era la descripción de su estilo anterior. Ahora el artista trabaja en uno más ligado a la naturaleza y a las fuerzas de la cultura prehispánica que él ha reinterpretado a través de experiencias muy personales. Muro platicó con Senkoe sobre su universo y más.
–Viendo una parte de tu obra me parece que hay un montón de influencia de Os Gemeos. Tú mismo lo has reconocido en varias entrevistas. ¿Cómo te acercaste artísticamente a esos brasileños?
Es como toda la gráfica latinoamericana, los textiles principalmente, de todas las culturas precolombinas en toda Latinoamerica. Muchos en México, Latinoamérica y el mundo tenemos influencia de ellos, sobre todo por lo personajes…
–Tus personajes son finos y caricaturizados como los de ellos…
Sí, aunque últimamente me estoy despegando de esa influencia, que se ve en la gráfica de muchos artistas urbanos. Ahora estoy tratando de buscar algo distinto. Estoy explorando mucho en la naturaleza, principalmente las aves, su textura. También estoy explorando en los alucinógenos, las culturas; tengo familia de la sierra mazateca. Estoy explorando la parte lisérgica (ácido lisérgico: una droga de fuertes efectos alucinógenos).
–¿Estás hablando de una interpretación artística bajo efectos lisérgicos?
Muchas culturas a lo largo de su existencia han usado sustancias que los llevan a otros planos dimensionales…
–Como la cultura huichol, por ejemplo…
Sí. En este caso, los mazatecos consumen hongos. A partir de eso interpretas distinto el color; hay un manejo del color innato en los pueblos originarios y en los mexicanos. Y eso nos distingue. Yo me di cuenta de esto hasta que estuve en India, donde me lo dijeron. Que se veía muy ácido, como un viaje de LSD (dietilamina de ácido lisérgico) o de ayahuasca (planta de las étnias del Amazonas con la que se prepara un brebaje psicodélico). No estaba conciente de eso. El mexicano tiene siempre muy presente esa especie de magia, la creencia de lo mágico, la vida, la muerte y ese tipo de elementos. Eso lo usas en un conglomerado que tiene que ver con la religión, no la de influencia occidental sino prehispánica.
–Esa interpretación del color en tu obra, ¿de dónde proviene?: ¿de la observación del arte y de los colores textiles de estas culturas? o ¿de una experiencia personal con las sustancias?
De ambas partes…
–O sea que sí te has metido de veras a explorar ese universo…
Sí, me he metido. Fue a partir de un viaje (risas), de un trip. Y es que desde el ángulo que lo veas, desde los alucinógenos como plantas medicinales hasta un temazcal (baño de vapor de la medicina tradicional náhuatl), que están en contacto con la naturaleza, estás explorando otros planos que se alejan mucho de la cultura occidental. Estás metido en raíces más profundas, en el México profundo.
–¿Cómo logras “transportar” lo que observas durante tus experiencias a los colores y elementos que utilizas cuando pintas estando en un estado “normal”? ¿Cómo es ese proceso? ¿O transportas esos elementos directamente en un estado lisérgico?
Nunca me he metido hongos, ni peyote ni ayahuasca. Solo he expertimentado un par de veces con LSD. Interpreto, más que los colores, las formas geométricas. Una vez me di un viaje en la selva de Tulum. Obviamente estás más sensible. Cerraba los ojos y veía mucho las formas geométricas como de pájaros. Como las artesanías mixes de Oaxaca. Traté de basarme en eso, en los textiles de las distintas étnias de México. A través de una investigación de la gráfica de los textiles, empecé a reinterpretar toda esta gama de colores, formas geométricas y texturas para usarlas en mi trabajo.
–¿Desde cuándo atraviesas esta faceta de exploración?
Desde el 2011 o 2012. Llevo unos años en eso. Como todos, antes yo hacía letras de grafiti, pero quise desmarcarme de esta tendencia estadounidense y empecé a investigar más en las culturas prehispánicas. Quise hacerlo de una manera que no fuera cliché: tomar elementos bien específicos y explícitamente extrapolarlos al muro, y que resultara como una copia. Quise investigar más, el significado de cada cosa y textil, la razón, lo que tienen que ver las cosechas, algo más cercano a la tierra… Yo digo que es una reinterpretación de lo mexicano 2.0. sin caer en lo chafa (barato y mal hecho).
–En varias reseñas sobre tu obra me encuentro que describen tu obra a partir de tus personajes infantiles, caricaturas, etcétera. ¿Eso entonces es ya cosa del pasado?
Sí, sí. Estaba trabajando otras cosas. Es un antiguo discurso. Seguimos influenciados por las caricaturas y los cómics, pero defintivamente si vas cambiando, vas evolucionando.
–También encontré que tú decías que estabas influenciado por la ilustración botánica vintage y me sorprendió. ¿Puedes abundar en ese tema?
Se trata de ilustraciones de la época del romanticismo. Imágenes de aves; los grandes libros de las aves, por ejemplo. Y es que me fui a vivir al Caribe y fue un cambio de vida muy drástico. A Tulum (en el estado mexicano de Quintana Roo). Comencé a influenciarme de otras cosas distintas de las que me influenciaban cuando vivía en la ciudad de México.
–Manejabas igualmente pequeños mundos o ciudades, como si fueran de tamaño microscópico, minúsculos, había bastante detallade y colorido…
Crecí en la periferia de la ciudad de México. Esos mundos provienen de lo urbano. Son las casitas, las colonias sobre los cerros. Eso me marcó y quería representar el caos urbanístico: todas las casas pegaditas y chiquitas, como favelas, monstruos perdidos…
–¿Y por qué decidiste cambiar tu vida urbana e irte a vivir a Tulum?
Ahora vivo entre Tulum, Cancún y Playa del Carmen. Me hartó la ciudad. Siempre quise vivir en la playa, y cada vez que podía me escapaba a Puerto Escondido, a Mazunte, a playas de Oaxaca, pues. Cuando en 2012 llegué a Tulum me quedé a vivir allá. Dije: ‘de aquí soy’ (risas). ¡La cantidad de colores que hay! Los animales de la selva, las mariposas, los saltamontes, los pájaros carpinteros, los pájaros de los cenotes … ¡Es una locura! Estar ahí me estimula mucho más. Estar ahí cambió mi estilo. Sigo la misma línea, con pájaros y corazones, pero sí cambió mi estilo.
–Cambiemos de tema. hace poco fuiste a la India a un festival que se llama St+art Delhi que organiza la Fundación St+art India. ¿Cómo llegaste ahí?
La gente de la India tenía ubicado mi trabajo. Yo también tenía la duda: ‘Ay güey, ¿cómo llegué hasta acá?’, me preguntaba. La curadora me dijo que me encontraron por Facebook, les gustó lo que hacía y me invitaron al festival. Me acomodé a las fechas y salió.
–¿También te invitó la embajada mexicana en India?
No. Los organizadores de St+art Delhi gestionaron todo. Y se apoyaron en la embajada. Consiguieron patrocinios de diferentes organizaciones y centros. En este caso pidieron el apoyo de la embajada de México en India y lograron que patrocinara…
–Tus viáticos, tu transportación…
Sí, todo se pagó a partir de allá (la India). Yo no di ni un peso.
–¿Cuánto tiempo estuviste?
Estuve poco tiempo, poco más de dos semanas…
–¿Y qué hiciste? ¿Sólo murales o también trabajo en lienzo?
Me llevé unos lienzos para exponerlos. Y se quedaron afortunadamente allá. Me los compraron. Pinté en Lodhi Colony, que es una colonia de las más viejas de ahí, de la época de la colonización inglesa, y que está abandonada. Es una zona muy bonita llena de jardínes. la parte donde pinté estaba preciosa, llena de árboles y aves: águilas, cuervos, y andan los monos por ahí. En ese lugar realicé un mural. Y luego el festival organizó una exposición con contenedores que transportan normalmente plátanos en Asia. Los acomodaron de manera que pareciera un museo al aire libre. La idea era armar un rompecabezas que después se iba a deshacer. Los contenedores andarían por ahí vagando. Yo pinté seis contenedores. Acomodaron los contenedores uno encima de otro para formar un gran muro.

Mural de Senkoe en Lodhy Colony
–Otro proyecto, del que mucha gente se enteró porque circuló un video en las redes sociales, fue la pinta que hiciste al rickshaw (carrito ligero de tres ruedas que se desplaza por tracción humana o motorizada) en el que viaja la embajadora mexicana en ese país, Melba Pria.
Si, estuvo muy bueno. Como la embajada mexicana fue patrocinadora, se buscó hacer algo a cambio para ellos. A mí me gustó mucho el proyecto de la embajadora. Delhi es una ciudad súpercontaminada. En serio. Ves una masa de aire que parece neblina. No sabes la cantidad carros, gente, ruido, humo… De cierta manera la embajadora quiere aportar su granito de arena a una solución y deja a un lado el carro. ¡No sabes qué tráfico! ¡Quedas dos horas parado en la circulación! ¡Peor que en el DF (la Ciudad de México)! DF no es nada a lado de eso… Allá cada quien circula por donde quiere, no se respetan los semáforos ni los sentidos.
–¿Y qué pintaste sobre el rickshaw?
Tengo la idea de que menos es más. Lo decoré con unas flores, interpretadas a mi manera, del Istmo de Tehuantepec. Son flores bien características de México. Las realicé con esténciles. No había mucho espacio, por lo que traté de resumir y que tuviera más impacto. El toldo es de fondo negro y lo de abajo blanco.

Senkoe pintando la auto rickshaw de la embajadora mexicana en India
–¿Fue un trabajo pagado o parte de un intercambio de promoción?
Fue a cambio del apoyo que me dieron. Patrocinaron los vuelos de México a la India. Lo hice también a manera de agradecimiento. Sobre todo porque era un proyecto con causa ambiental. Allá tú eres rico o pobre. La embajadora es muy emprendedora y no hay mejor manera de contribuir que dejando de lado el carro.
–¿Para tí no fue un problema ético o de conciencia el hecho de colaborar con la representación de un gobierno con mal historial de derechos humanos y mala imagen al respecto en el exterior?
No estoy de acuerdo con la violación de los derechos humanos y todo lo que está pasando en México, los asesinatos de periodistas, la represión, (pero) de cierta forma, por estar en el extranjero, no vi el proyecto (de la embajadora) con esa visión. Lo vi como una manera de representar a México de la mejor forma que podía y que era con el arte. El medio obviamente fue a través del gobierno, pero, no sé…mmm…

La embajadora mexicana en India, Melba Pria, montada en el auto rickshaw intervenido por Senkoe
–¿En algún momento te planteaste decirles que no?
No, nunca me lo planteé. Es que es la embajada…Yo no colaboro mucho con instituciones ni de cultura ni de nada, por malas experiencias que he tenido. Prefiero estar en la calle o apoyarme en la iniciativa privada. No es un pretexto, pero es usar los medios para llegar a un objetivo. El más reciente trabajo que realicé en el Estado de México fue todo un problema para mí porque no me sentía muy bien participando en ese proyecto que fue auspiciado por el gobierno del estado.
–¿De qué proyecto hablas?
Del Mexicable. Van a hacer el primer teleférico de uso público en Ecatepec. No sé cuál sea el trasfondo político, lo que a mí me interesó fue llegar a la gente. Creo que el arte calma a las bestias. Llevar eso al barrio funciona bien. Más que hacer un mural fue querer cambiar el entorno…
–¿Cuál fue tu participación precisa en ese proyecto?
Pinté un mural en el trayecto del teleférico, el cual pagó el gobierno del Estado de México…
–Y dices que en esa ocasión sí tuviste un dilema ético…
Sí. En la India no tanto. Si sales a otro país, pues hay que tratar de cambiar lo que se piensa del mexicano. La imagen de las drogas, los capos de la droga, la cocaína, los asesinatos… Yo decía: ‘no, hay más que eso, vengan a México y vean que hay muchísimo arte y que compartimos un mundo de cultura’. Desde que me plantearon el proyecto (de la embajadora en India) no vi mal de mi parte aceptarlo. De otra manera no hubiera podido llegar a un festival del otro lado del mundo. Los festivales de arte urbano en México son muy cerrados. Difícilmente me hubieran recomendado quienes manejan los círculos del street art en México. Muchos llevamos años trabajando y llega alguien nuevo y sólo porque le cae bien a esa gente se lo llevan a pintar.
–¿Quieres decir que el apoyo del gobierno es más abierto que el de los promotores del arte urbano en México?
Definitivamente no estoy de acuerdo con el gobierno ni con (el presidente mexicano Enrique) Peña Nieto…
–Me refiero especifíciamente a nivel de arte urbano…
Las instituciones mexicanas de arte tienen muchísimas deficiencias. Y sí, yo también me refería más al arte urbano. Es muy difícil entrar en el círculo de gestores o de quienes mueven la escena del arte (urbano) en México. Si no me hubieran invitado las personas de Delhi y no se hubieran apoyado en el gobierno, en la embajada, yo no hubiera podido salir porque no me hubiera podido pagar un boleto de avión de 40 mil pesos.
Texto: Appel
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